GRANADA.– Antes de que las calles Calderería Vieja y su vecina Calderería Nueva, situadas al comienzo de la subida al granadino barrio del Albaicín desde Elvira y Plaza Nueva, fueran colonizadas por decenas de teterías y comercios con productos morunos (desde artículos de cuero y bisutería a especias pasando por repostería exótica) ambas vías estaban ocupadas por puestos ambulantes que atendían las necesidades modestas de los vecinos.

Hoy ya es otra cosa: un hervidero humano en torno a comercios variopintos de inspiración árabe que atienden a granadinos y viajeros hipnotizados por las reminiscencias del pasado andalusí en todas sus formas, y en particular por el olor y el aroma de las mil variedades de tés y dulces procedentes de cafetines y restaurantes con una abigarrada decoración.

El desfile de teterías comienza en la calle de Elvira, Plaza Nueva y aledaños, alcanza su plenitud en las dos Caldererías (la Vieja y la Nueva) y continúa Albaicín arriba. ¿Recomendaciones? Es difícil más por lo que se omite que por lo que se incluye.

Pero ahí va: antes de emprender la subida por Calderería están la Oriental, con vistas, a falta de mezquita, a la Catedral, y la Bagdad o el Restaurante Marrakesh. Ya en Calderería la Tetería Alfaguara que, a su colección inabarcable de tés, añade zumos y pipas de agua. Antes, el llamado Palacio Nazarí.

Y en la Cuesta de San Gregorio, la extensión natural de Calderería Vieja, Las Cuevas, una especie de tetería duplicada: dos plantas, dos estilos y una terraza recoleta pero que vale por muchas. También de dos pisos, la Tetería Ábaco. Y así, metro a metro, hasta coronar las cumbres de la Plaza Larga y la de San Nicolás.

(Texto y foto: Turgranada)