TURISMO / ARTE / Artículo de Simón Blanco Algarín.- Existe un privilegiado rincón de las sierras que circunscriben la depresión tectónica de la laguna de La Janda que se aproximaba como ningún otro hasta el mismo borde del antiguo complejo lagunar. Ahí podemos ver un ejemplo claro de Arte Sureño esquemático y poblamiento protohistórico en el área de influencia del Estrecho.

Este espolón serrano, perteneciente a un potente flysch que se encuentra acotado entre la cuenca del río Barbate y la del Almodóvar, se caracteriza por contener unos arroyos de pequeña entidad que tributan directamente a la laguna de La Janda, articulados a través de unos cerros suaves que son muy ricos en grandes estructuras tafonadas pero en los que se advierte una escasa proporción de abrigos pintados en comparación con los abrigos potencialmente aptos para ello.

Esto es debido a su propia morfología, ya que estos abrigos de gran tamaño son más susceptibles al biodeterioro, especialmente a la abrasión eólica provocada por los fuertes vientos locales que constantemente barren esta zona, circunstancia que se ve aquí catalizada por la severa degradación del bosque protector, mientras que los yacimientos más resguardados han sido usados tradicionalmente como refugios o rediles, por lo que también están muy dañados.

Territorio antropizado. 1. La ‘seca’ en los abrigos de las Mujeres y Venus; 2. Presa del Trimpacho; 3. Pinturas ahumadas por uso habitacional. Abrigo de los Carboneros o Ciaque I. 4. La ‘seca’ en los abrigos de la Diosa I y II; 5. Presa de la Navafría; y 6. Ganadería cinegética de ciervos.

Este estratégico territorio está muy antropizado y los pequeños arroyos que lo vertebran están represados (presa del arroyo de Cañada Honda y cuatro presas en el arroyo de la Culebra, dos presas en el Trimpacho y otras dos en la Navafría), es más, incluso encontrándonos en un espacio protegido, es una zona de gran servidumbre cinegética, lo que una y otra vez nos deja ver las concesiones a los grandes propietarios y el futuro tan incierto para unas manifestaciones que tanto dependen de la conservación del medio natural.

A partir del desarrollo de la economía agrícola y aprovechando una mesa de biocalcarenitas al pie de esta sierra que se alzaba sobre la laguna y junto a la intersección con la cuenca del río Barbate, se funda a finales del Neolítico un gran poblado con necrópolis megalítica, mientras que las laderas orientadas a la laguna y al poblado se van enriqueciendo con unas manifestaciones rupestres muy particulares, realizadas por estas comunidad protohistórica que explotó fundamentalmente los fértiles recursos agrícolas del entorno.

Ubicación del poblado y el territorio simbólico de los Charcones.

Este paisaje serrano que envolvía al poblado protohistórico de los Charcones se convirtió en su territorio simbólico y en él aparecen una serie de abrigos con una iconografía radicalmente distinta a la de los alrededores y que además no se encuentra en ningún otro frente rupestre de Cádiz ni de las provincias que la rodean.

Estos abrigos presentan unos conjuntos gráficos monotemáticos, muy repetitivos y abigarrados de figuras con forma bitriangular y halteriforme, antropomorfizadas generalmente por la inclusión de los brazos, que además se encuentran insistentemente alzados.

Iconografía bitriangular y halteriforme convertidas en figuras humanas orantes.

Estos nuevos códigos gráficos son característicos de momentos plenamente Calcolíticos, con vigencia hasta la Edad del Bronce y cuentan con una elevada dispersión geográfica por distintas regiones del centro peninsular y están relacionados con la consolidación de asentamientos permanentes en los que se aprecia una creciente complejización social, a la par que se van generando excedentes y nuevas actividades ideológicas.

Estos diseños también son comunes en el arte mueble, especialmente en los registros funerarios colectivos y nos están advirtiendo de la vía de entrada de esta peculiar iconografía a través de los lazos culturales y económicos que mantenía este poblado de base cerealista con las comunidades tribales de Sierra Morena, donde estos motivos son el eje central de sus representaciones ideológicas y sociales.

Idoliformes bitriangulares con extremidades múltiples. 1. Abrigo de la Rosa; 2. Abrigo de Venus; y 3. Abrigo de la Diosa I y II.

Estas representaciones han sido interpretadas como ‘ídolos’ femeninos con un significado profundo sobre la fertilidad agrícola y la fecundidad, expresión que es coherente con el desarrollo de las economías agrarias como mecanismo de control ideológico.

En estos abrigos hay una gran repetición de estos ídolos en los que apenas hay concesión a los detalles, resaltando el carácter simbólico del pictograma frente a escenas de carácter narrativo o descriptivo

Muchas de estas figuras orantes presentan múltiples brazos, una característica local que seguramente serviría para dotar a estos esquemas de atributos extraordinarios y de un mayor carácter trascendente, circunstancia que podemos ver en la Rosa, el abrigo de Venus y especialmente en la Diosa que destaca por la gran cantidad de estos ídolos donde sobresale uno que adopta forma de un árbol del que cuelgan pequeñas representaciones humanas comparando la figura femenina con la capacidad regeneradora de la naturaleza.

Escenas con la iconografía bitriangular. 1. Enterramiento megalítico. Abrigo de las Mujeres; y 2. Parturienta grávida. Abrigo de la Rosa.

Los nacimientos, el desarrollo de la vida y la muerte, inquietudes atemporales para todas las sociedades, también fueron plasmados gráficamente por esta comunidad bien estructurada de la prehistoria reciente.

Entre las escasas escenas que se forman con estas figuras podríamos destacar un parto en el abrigo de la Rosa y dos escenas relacionadas con enterramientos megalíticos en el abrigo de las Mujeres y Ciaque II, donde las figuras bitriangulares rodean a estructuras geométricas rectangulares que han sido interpretadas como dólmenes.

La limitada distribución de estas representaciones simbólicas en el complejo rupestre del Arte Sureño muestra su exclusiva relación con la etapa pictórica final del poblamiento de los Charcones, además de poner de manifiesto una de las distintas tendencias esquemáticas e ideológicas durante el Calcolítico y el Bronce regional que sirvió para amortiguar los profundos cambios sociales y económicos derivados de la agricultura intensiva, el sedentarismo y la paulatina implantación de la propiedad privada por los linajes dominantes.

(Fotos y gráfico: Arte Sureño)

 

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