LOS BARRIOS.- Nuestro amigo Jesús Acosta, gerente de Restaurante Al Andalus / El Campanario, se jubila y ha decidido cerrar su famoso restaurante Al-Andalus, situado desde junio de 2016 en la finca El Campanario. Este establecimiento barreño ha sido un auténtico referente de la gastronomía de Andalucía.

Tras 47 años al frente de estos establecimientos, Acosta ha decidido que ya le ha llegado la hora de colgar el delantal y esos instrumentos culinarios que ha utilizado desde que era un niño.

Ahora, con casi 72 años y en este momento tan importante para él, ha querido mandar un cariñoso mensaje de agradecimiento a sus amigos y a sus clientes por apoyar a su familia durante todos estos años.

Desde Monplamar solo tenemos palabras afectivas para Jesús y para su familia por lo bien que siempre nos trataron, y le deseamos que disfrute, en compañía de todos los suyos, de su nueva vida.

Con él y con sus hijos Manuel Jesús y Elías Acosta Espinosa aprendimos a conocer y a disfrutar las setas primero en su anterior local, situado frente al campo de fútbol barreño, y luego desde El Campanario. Un fuerte abrazo, Jesús, y muchas gracias por todo.

 

Carta de Jesús Acosta

Decía Antonio Machado que “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Y ahora que llega el momento de cerrar una larga etapa de mi vida, puedo decir con orgullo que el camino recorrido me ha llenado de satisfacción. Y lo ha hecho especialmente por los compañeros que han estado a mi lado durante este caminar: mi familia, a la que tanto le debo; quienes han compartido trabajando junto a mí la pasión por la hostelería, y los clientes, a los que siempre he preferido llamar mis amigos.

Desde los nueve años no he hecho otra cosa que trabajar, trabajar y trabajar, y eso me ha permitido conocer situaciones de todo tipo. De todas y cada una de ellas he aprendido para intentar mejorar, tanto en el plano personal como en el profesional, aunque a veces no ha sido fácil, pero siempre he intentado poner en todo lo que he hecho el máximo de entrega.

Ahora llega el momento de cerrar una etapa, que ha sido tan larga como fructífera. Desde los tiempos del restaurante Al-andalus, hasta la época más reciente de El campanario han pasado más de cuatro décadas en las que además de alimentar los cuerpos, he querido también cultivar la amistad. Y que conste que hubiese querido seguir hasta que el cuerpo aguante, pero ni la edad ni la actual situación derivada de la maldita pandemia que nos sigue azotando con extrema crueldad lo han permitido.

Hasta aquí hemos llegado. Toca ahora hacer balance, cerrando los ojos y echando la mirada atrás, y en esa revisión de mi vida solo puedo decir que si a alguien he molestado o hecho daño, le pido mis más sinceras disculpas, y a quienes siempre me han animado y alentado a seguir adelante, decirles que jamás podré vivir lo suficiente para darles las gracias, porque se han convertido en mi mejor activo.

Uno de los mejores cocineros de España, Joan Roca, dijo en su día que los cocineros hemos convertido nuestra pasión en nuestra profesión. Una verdad como un templo, porque a todos los platos que han pasado por mis manos le he puesto, además de pasión, el otro gran ingrediente con el que hemos de trabajar a diario: el amor.

Que nadie entienda esto como un adiós, sino como un hasta siempre.
Gracias, gracias y mil veces gracias. Un fortísimo abrazo para todos.