TURISMO.- Cuando febrero se adentra en el invierno sin renunciar al Sol una eclosión vegetal de blancos espumosos, amarillos pálidos y rosas tiernas enciende los parajes donde crece el almendro en muchos rincones de la provincia de Granada.

No hay más ganancia material para el viajero que se acerque a estos campos que observar una prodigiosa revelación que apenas dura un par de meses.

El espectáculo de los almendros en la Sierra de La Contraviesa, la zona de la baja Alpujarra que se extiende en paralelo a Sierra Nevada por el Norte y al río Guadalfeo y al Mediterráneo por el Sur, es con justicia uno de los más hermosos.

Allí están asentados pueblos diminutos como Nechite, Mecina, Torvizcón, Rubite, Murtas, Cádiar, Cástaras… De todas las rutas posibles recomendamos un paseo a pie, circular, de poco más de 10 kilómetros entre los términos de Sorvilán y Polopos, poblaciones en sí mismas atractivas y pintorescas y que ahora además estrenan sus mostos recién cosechados para ofrecer al viajero, como en el cine, días de vino (del terreno) y rosas (de almendro).

Nuestra ruta va a partir de Sorvilán y nos va a permitir asomarnos a los espectaculares barrancos entre la sierra y el mar, colonizados por el árbol de la almendra, llegar a Polopos y regresar a nuestro origen con los ojos cargados de colores suaves, peñas escarpadas y al fondo la línea azul que se esconde y reaparece del Mediterráneo.

Comenzamos
Empecemos en Sorvilán: desde la Cruz de San Marcos se aprecia el panorama sobrecogedor del pueblo con La Contraviesa al fondo. Siguiendo la carretera C-333 el viajero llega a la intersección de Las Mairenas y desde allí, torciendo a la izquierda, surgen las vistas del Barranco de los Yesos, a casi mil metros de altitud, rematado por la franja azul del agua.

Todo el entorno está lleno de almendros florecidos. Si porfiamos en el paseo, en el que se multiplican los almendros pero no se repiten, como si lucieran colores únicos, aparecerá Polopos, un conglomerado de casas visibles desde el sendero Polopos-La Mamola.

Allí, en Polopos, nos espera la fuente, el lavadero antiguo y la iglesia. El viajero emprende entonces el regreso desde el llamado Camino del Portichuelo, donde varios nacimientos intercambian rumores limpios de agua fría. El camino de ascenso soporta algunas imperfecciones hasta que conecta con una pista ancha y en buen estado que retorna a la citada C-333, que nos guiará en el camino de vuelta a Sorvilán.

(Texto y foto: Turgranada)