TURISMO.- Hablar de la Semana Santa de Andalucía como espectador es muy diferente en función de los ojos con los que la miremos. No es lo mismo la mirada de un creyente del que no lo es. Del extranjero al andaluz y por supuesto nada que ver la mirada, sentimientos y devoción del que va bajo un paso o camina horas y horas de penitencia bajo una túnica y capirote.

En estas líneas hemos querido ahondar un poco en el punto de vista de la Semana Mayor desde dentro, tal y como la viven en las hermandades de Sevilla. Muy conocida por todos y que hemos querido conocer desde el sentimiento de uno de sus hermanos mayores.

Estas celebraciones no se pueden sentir sin la emoción. Es algo que se tiene que sentir y en ella se mezclan muchos factores.

La Semana Santa es un movimiento, una luz, un color, un aroma… Todo ese tipo de sensaciones que llegan al interior de la persona o como se decía antiguamente, que llegan al alma.

Quienes la viven con un espíritu abierto, conocen y se emocionan ante la contemplación de las escenas que se reproducen en los pasos, conoce algo nuevo, algo diferente y una manera de sentir lo religioso muy peculiar de nuestra tierra.

Debajo de las túnicas de los nazarenos hay personas de muy diversas características, pero a las que les une la fe y la devoción hacia las imágenes de su hermandad.

Alguien que realiza una estación de penitencia, que se viste con un hábito nazareno, que se coloca un antifaz o que a lo largo de esa estación pues carga con muchísimos kilos sobre sus hombros durante bastantes horas lo hace evidentemente por devoción y por caridad.

Una persona que la viva por primera vez evidentemente se sorprenderá al contemplarla, al conocerla, al observar el sacrificio que implica, su trabajo y sus muchas horas de preparación.

En la Semana Santa se viven distintos tipos de emociones y sentimientos y la fe se expresa de distintas maneras.

El nazareno vive el silencio y la soledad interior de ese tiempo en el cual camina acompañado de un cirio, acompañado de una vara y en el que piensa en sí mismo, en su vida… y debe intentar encauzarla dentro del sentimiento cristiano a través de la fe.

La estación de penitencia del nazareno es una experiencia que te aparta del entorno. Esta persona ve el mundo solo a través de dos pequeños agujeros de su antifaz. Te aísla del mundo y te da mucho tiempo para pensar. El costalero tiene emociones diferentes, la del esfuerzo, del trabajo, del momento…

Y el capataz evidentemente es los ojos del costalero. Es el que guía a sus hombres, es el que tiene que saber cómo están físicamente, el que tiene que llevarles, el que tiene que administrar su esfuerzo…

En definitiva, distintas maneras de vivir la Semana Santa pero todas ellas de una gran entrega y un profundo sentimiento que tanto a locales como a extranjeros cautivan de una manera muy especial que hace que las calles de Andalucía vivan esa energía año tras año con enorme expectación.

(Texto y fotos: andalucia.org)