TURISMO / PROVINCIA / andalucia.org.- Entre copas, con una buena botella de vino por delante, se mantienen las mejores conversaciones. El enoturismo gaditano es un reclamo interesante, tanto para viajeros amantes del vino como para amantes de la vida en general.

El esplendor de las bodegas jerezanas data de finales del siglo XIX, momento en el que se afianzó el modelo de “bodegas catedral” que hoy nos resulta tan familiar (paradigmática es la portuense Bodega Osborne). Pero es que irse de vinos, actualmente, significa disfrutar de una ruta completísima: cultural, etnográfica y gastronómica. Contribuyendo, además, a la supervivencia y reinvención de economías locales desde el punto de vista sostenible. Cosa seria.

Dentro del turismo enológico en Andalucía, una visita a la Bahía y a los pueblos de la serranía nos introduce en una experiencia irrepetible. He aquí unos cuantos hitos de las dos rutas vitivinícolas gaditanas por excelencia: la del Vino y el Brandy de Jerez y la de los Vinos de la Sierra de Cádiz.

Bodegas Barón, Sanlúcar de Barrameda
La tipografía de su fachada, de estilo Art Nouveau, es una serena anfitriona impresa que da la bienvenida a una casa fundada en 1631. Bodegas Barón es una bodega vetusta donde paladear la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, o la de Vinagre de Jerez y Brandy de Jerez. La crianza biológica de sus finos y manzanillas muestran su compromiso con la sostenibilidad.

Si estás siguiendo la ruta del Vino y el Brandy de Jerez, Sanlúcar de Barrameda es parada obligatoria. Allí se encuentra el Museo de la Manzanilla. En otra casa centenaria: las Bodegas Barbadillo.

Bodegas Lustau, Jerez de la Frontera
El Marco de Jerez abarca más de 10.000 hectáreas de un viñedo donde las variedades de uva Palomino o Pedro Ximénez son auténticas reinas. La primera se cultiva en la viña que provee de caldos a bodegas como Lustau, integrada en la ruta jerezana. Fundada en 1896, en las Bodegas Lustau podrás contemplar las viejas barricas de roble americano, donde tiene lugar la crianza. Un auténtico templo del vino para deleite del cuerpo y del espíritu.

Bodega Sanatorio, Chiclana de la Frontera
Conocida popularmente como El Sanatorio, esta bodega chiclanera es un lugar fantástico que visitar en la provincia de Cádiz, dentro del marco jerezano. Vinos dulces como el Moscatel Gloria están bautizados con toda la intención… y es que la tradición de los moscateles está muy arraigada en la villa gaditana. Si te apetece un picoteo, en sus visitas guiadas te ofrecen chacinas y embutidos del terreno.

Bodegas Rivero, Prado del Rey
Un cambio de ruta nos conduce hacia la Sierra de Cádiz. Concretamente hacia Arcos de la Frontera y Prado del Rey. Allí se encuentra Bodegas Rivero, íntimamente ligada al sabor antiguo del mítico Pajarete. Vecinos del Parque Natural de Grazalema extraen sus caldos -el vino blanco Fabio Montano, homenaje a una lápida romana- en explotaciones pequeñas y cultivadas con mimo. Prueba sus “mostos” de la mano de su experto enólogo, que te descubrirá las claves de estos vinos típicos de Andalucía.

Catas, maridajes, despachos de vinos
Dicen los que saben que para catar bien un vino hay que relajarse primero. Y dejar la comida para después. El enclave también importa, y la solera de emblemas como la bodega jerezana González Byass. Pero es que el enoturismo da para mucho más que para una buena cata: no hay más que hacer un tour por las mejores tabernas o buscar los despachos de vinos más interesantes. En El Puerto de Santa María no hay excusa. El vino de Jerez se respira casi en el ambiente. Visita despachos de vinos como el de la Bodega Gutiérrez Colosía o las Bodegas Grant así como la taberna de la Bodega Obregón o la Tienda Bodega de Mora, que lleva el sello de Osborne.

(Fotos: andalucia.org)

 

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