TARIFA / Alicia Arranz, ocholeguas.com.- Al sur del sur hay un rincón de playas infinitas azotadas por los aires de Levante y Poniente que miran a África. Recorremos los bares, chiringuitos, tiendas y hoteles del extremo más austral de Europa, el punto en el que la tierra se acaba para dar paso al Estrecho de Gibraltar.

A Tarifa la llaman, y con mucha razón, “la capital del viento”. Aquí hay dos vientos predominantes: el fuerte y cálido Levante, que cuando llega sopla día y noche más o menos enfurecido. El otro, más frío y que se hace más intenso por las tardes, es el Poniente, el idóneo para la práctica del kitesurf. Sea como sea, las estadísticas dicen que de los 365 días del año, un tercio son ventosos hasta el punto de que a veces no se puede ni salir de casa.

Con esa fama, Tarifa permaneció durante mucho tiempo en el olvido y fuera de los planes de vacaciones de la mayoría. Pero fue el viento precisamente (o una nueva forma de interpretarlo) lo que le ha hecho derivar en lo que es hoy: uno de los destinos más deseados por gente joven y guapa para disfrutar un verano feliz; la escapada recurrente de los fanáticos del kite y el refugio para casi todo el año de los que viven de toda esta historia.

En los últimos 20 años aproximadamente decenas de escuelas de kitesurf y windsurf, tiendas de materiales para la práctica de esos deportes, chiringuitos, cafés y bares a medio camino entre lo cool y lo hippy han brotado y siguen brotando a placer para dar servicio a toda esa comunidad con integrantes de todos los rincones del mundo (Leer más)