TURISMO / José Luis G. Castillejo.- 6 de enero, festividad de la Epifanía del Señor. El mundo cristiano celebra esta jornada la llegada de los Reyes Magos al portal de Belén para rendir culto al Niño Jesús. Sus regalos: incienso, oro y mirra. A partir de una costumbre romana, consistente en hacer tortas redondas con higos, dátiles y miel para festejar que los días eran más largos tras el solsticio de invierno, se impuso el roscón o rosca de Reyes.

Es un dulce típico de esta fecha. A España llegó su receta procedente de Francia. En su interior se colocan una haba seca y un pequeño regalo, que normalmente es una figurita de porcelana o de plástico resistente al fuego. Quien encuentra el regalo es coronado como «rey de su casa» y a quien le toca la haba en su porción tiene que pagar el dulce o invitar a sus comensales. En los últimos años, para ahorrar, los pasteleros están dejando de introducir en la masa la haba.

Como no podía ser de otra forma, el roscón de Reyes fue importado por los españoles a América. Actualmente solo se mantiene esta costumbre en México, donde son muy populares sus «roscas» o «rosquitas» de Reyes en la localidad de Monterrey (imagen adjunta).

En el resto de Iberoamérica la festividad de los Reyes Magos ha quedado reducida a un plano inferior, puesto que en muchos países se ha impuesto la festividad de Papá Noel -conocido en muchos enclaves como el ‘Viejo Pascuero‘- por la influencia norteamericana.

En México, el regalo o sorpresa también se conoce como «el muñeco«, y es costumbre que quien lo encuentre tenga que invitar a sus familiares o amigos a una comida a base de tamales el 2 de febrero, coincidiendo con la festividad de la Virgen de la Candelaria. Este dulce se suele acompañar en España de una taza de chocolate caliente, producto que llegó a Europa gracias al Descubrimiento de América.