SEVILLA.- El tránsito en silla de ruedas es agradable en la capital andaluza, amigable con los carriles bicis y bastante adaptada en general. La Sevilla nocturna confía sus secretos también al turismo adaptado.

La noche sevillana contiene un ingrediente principal: la belleza de una ciudad que, después del crepúsculo, luce señorial, vetusta y repleta de secretos en cada uno de sus rincones como la Isleta de los Pájaros del Parque de María Luisa. Tomar un aperitivo, ir de cañas, cenar estupendamente, tirar de un plan cultureta o pasear es cuestión de elegir, al tiempo que puedes recrearte con su monumental presencia. Que ahí permanece, en sus casas palacio, sus estrechas calles, el sol y la sombra, la arquitectura conventual, las tascas…

El hecho de que las aceras sean amplias así como el extenso kilometraje de carril bici facilita el turismo accesible (los usuarios que se deslizan en sillas de ruedas pueden utilizarlos). El casco antiguo es, además, uno de los más grandes de Europa. Aquí abunda una calzada compartida por peatones y vehículos, por la que todo el mundo ha de desplazarse, ya sea andando o rodando. El respeto, como siempre, es la clave del buen convivir.

La vista nocturna, desde el Guadalquivir, nos devuelve la estampa de una capital española que fue adorada en el Romanticismo por su ambiente pintoresco. Más de un centenar de óperas ambientadas en la ciudad así lo atestiguan: las mozartianas ‘Don Giovanni’ (1787) y ‘Las bodas de Fígaro’ (1785), entre ellas.

Antes del atardecer
Contemplar lo que queda del día desde la perspectiva privilegiada del edificio más característico de la modernidad sevillana del siglo XX es una experiencia increíble. Sus elevadas torres, que tiran hacia el cielo, la combinación del ladrillo y la cerámica polícroma, el simbolismo del regionalismo español hacen del conjunto una obra única. La Plaza de España es el orgullo de la ciudad.

Y la Plaza del Triunfo, cuando la noche se cierra, constituye una vista soberbia y privilegiada, en un enclave rodeado de edificios que son Patrimonio de la Humanidad desde finales de los ochenta. Entre ellos la Catedral.

Casco antiguo accesible
Desde el Ayuntamiento recomiendan seguir los itinerarios accesibles, en los que el tráfico puede ser más o menos intenso. Estos incluyen el barrio de Santa Cruz, el Real Alcázar, el Archivo de Indias, la Giralda y la Catedral.

Esa Catedral engalanada con su traje de luces nocturno, perfumada del azahar que desprenden los naranjos, en sagrada competencia con otros templos católicos de relevancia global, como San Pietro en Roma o Saint Paul en Londres. Muestra sus numerosas puertas que invitan a descifrar cada iconografía, que representan episodios como el Bautizo de Jesús o la Puerta de San Miguel (conocida por ser la que franquean las cofradías para hacer su estación de penitencia). Estilizado merced a su alminar islámico, nuestra Giralda, el templo catedralicio gótico es de una grandiosidad admirable. Cierra los ojos y escucha el sonido de los carruajes.

Parques y jardines
La herencia musulmana legó numerosos jardines, y el siglo XIX, con su gusto por los pulmones verdes, hizo el resto. Arbolado, flores, plantas y fuentes nos retrotraen a un pasado que, en Sevilla, es multicultural. El Parque de María Luisa es un emblema de la ciudad. Jardín Histórico fruto de la generosidad de la infanta de España y duquesa de Montpensier, Luisa Fernanda de Borbón, que lo donó a la ciudad en 1893. Este precioso jardín romántico puede visitarse en silla de ruedas tranquilamente. Además, permanece abierto hasta la media noche. Sus glorietas homenajean a personajes insignes como Bécquer y Concha Piquer.

Una cena agradable
Como corresponde a una ciudad de su categoría, el entramado gastronómico hispalense es abundante, diverso y delicioso. Si lo que queremos es encontrar lugares accesibles para cenar, en la calle de San Fernando está la taberna con el mismo nombre, que ofrece cocina regional y creativa, con cierto toque minimalista, para un lugar con opciones culinarias para celíacos y carta en braille.

Y platos andaluces y con sabor marinero es lo que podemos probar en el restaurante El Cairo, en la calle de los Reyes Católicos. Aunque para propuestas clásicas y sevillanas está Robles Placentines, en las inmediaciones de la Plaza de la Encarnación, más conocida ahora como Las Setas.

(Texto y fotos: andalucia.org)