TURISMO / Bruno Astudillo.- Hace unas semanas, más o menos, escribí para Monplamar un artículo de opinión a favor del senderismo frente a la pasividad emocional y física que supone en estos tiempos nuestros el denominado sillon-ball, y obviamente difundí el link de dicho texto entre mis amigos y mis followers en las escasas redes sociales en las que tengo presencia y participo de tarde en tarde.

Pues bien, en los días siguientes curiosamente recibí en mi mail publicidad de un montón de asociaciones y empresas que organizan rutas de senderismo por toda la geografía patria, al tiempo que me invitaban a que participara, supongo que gratis, en sus foros y chats para que incentivara al personal a tomar parte en sus excursiones.

Hasta ahí no encontré ningún problema. El problema surgió cuando, sin querer, me fijé en quién o quiénes estaban detrás de dichas invitaciones, comprobando que en muchos casos se trataba de una o dos personas que en sus ratos libres se dedican a ofertar excursiones por la naturaleza por el módico precio de unos cuantos euros.

He de decir aquí, para ser justo, que también me topé con gente altruista que no percibe ninguna cantidad económica por acompañar a amigos o a los amigos de sus amigos en un paseo por el campo. Y en un momento dado se me encendió la ‘bombilla’ cual viñeta del dibujante Francisco Ibáñez, el ‘padre’ de mis admiradísimos Mortadelo y Filemón.

El senderismo está de moda
¿Qué hay detrás de este auge del senderismo en estos tiempos de crisis o de salida de la crisis, según la percepción ideológica y/o socioeconómica de cada persona? ¿Por qué tantos aficionados al disfrute de la naturaleza ofertan una actividad así con tanto interés? La verdad es que no hallé ninguna respuesta concreta; y como no soy inspector de la Agencia Tributaria, desgraciadamente para mis hijos, pues no tengo porqué investigar posibles vías de financiación en torno a los servicios que ofrecen determinados individuos o empresas, como he dicho antes, unipersonales en muchos casos.

Pero sí hubo algo que me llamó la atención sobremanera de las demás: en algunas propuestas figuraba, en un lugar destacado, que el promotor o los promotores habían suscrito un seguro de responsabilidad civil y/o penal en caso de que algún participante en la excursión sufriera un percance o accidente durante la misma, mientras que en la inmensa mayoría de la publicidad recibida esta importante apreciación destacaba por su ausencia.

La abogada Elisabeth Carrasco Martín recuerda en su web que la deportista bilbaína Iratxe Urrutia, de 39 años, murió el 29 de marzo de 2013 en la Sierra de Gredos por agotamiento e hipotermia, mientras participaba en una ruta de montañismo con compañeros del Bilbao Alpino Club. Y recuerda que una vez finalizado el rescate, la Guardia Civil acusó al organizador de la excursión de “denegación de auxilio y homicidio imprudente”.

Por tanto, antes de ir o de contratar una excursión por la naturaleza debemos saber si todos los aspectos relacionados con esa actividad se ajustan a la ley. En caso de accidente o percance, dicen que los responsables últimos son los guías -ya sean profesionales o no-, los monitores y los organizadores.

(Foto: JLuis García)